LA YAPA 4, entrevista a L. Guaragno

Néstor Sánchez, una escritura sin límites
Entrevista a Liliana Guaragno, por Augusto Munaro, publicada en diarionco.com

El escritor argentino Néstor Sánchez (1935-2003), publicó durante toda su vida un número reducido de libros: Nosotros dos (1966), Siberia blues (1967), El amhor, los orsinis y la muerte (1969), Cómico de la lengua (1973) y La condición efímera (1988). No obstante, se trató de una desafiante obra narrativa que fijó nuevas delimitaciones estéticas en el campo de la literatura nacional. Fue gracias a su espíritu transformador, aquello que lo impulsó a una renovación estilística, una honrosa búsqueda hacia intransitados horizontes.
Perteneció a la generación de Isidoro Blaisten, Daniel Moyano, Abelardo Castillo, Pedro Orgambide, y Juan José Saer, pero muy temprano, desde la aparición de Nosotros dos, se vio manifestado su desinterés por los transitados métodos y retóricas de sus coetáneos. Puesto que su pluma sigue un timbre y latido muy diferente, fue uno de los pocos narradores que quisieron dar a la novela, el prestigio que muchos creían perdido.
Para ello no copió fórmulas de la vieja literatura agonizante, consabida -y por sobretodo mimética y tradicional-; sino que se lanzó al placer de la creación. La narrativa de Sánchez reintegra elementos, promoviendo una nueva sintaxis. La alta calidad de su lenguaje consiste en enhebrar las palabras cotidianas para dotarlas de nuevo sentido. Y esa feliz conjunción de vocablos, es una de las razones por las que perduran sus libros, en especial, el tono con que éstos están compuestos. Néstor Sánchez vivió la escritura como una intensa experiencia de vida.
La belleza inaudita de su prosa reside en la exaltación de la musicalidad y el admirable ritmo donde transcurren sus páginas. Por eso es menester considerar a la exploración lingüística como uno de los méritos medulares de su escritura. Una sensibilidad que resultó de la lectura atenta de finísimas voces poéticas, como así también su amistad con los poetas Edgard Bayley y Enrique Molina, entre otros, quienes abrieron ciertos canales de percepción en su estética, distanciándose de las gastadas – y siempre monótonas- escuelas literarias preexistentes.
Su técnica alcanzó la perfección formal en Cómico de la lengua, donde la armonía musical -por momentos al borde de lo ilegible-, cobra su cadencia definitiva gracias a su imponente virtuosismo por la improvisación. Ya lo resaltó Julio Cortázar en una epístola, refiriéndose a su inusual capacidad inventiva: “es una de las mejores tentativas de crear un estilo narrativo digno de ese nombre (...) lo que representa un raro caso de personalidad en un país tan despersonalizado”. En Néstor Sánchez, el idioma se suelta completamente, respira innovación, situándolo como uno de los mayores vanguardistas argentinos.
Por desgracia, tal originalidad resultó ser su mayor estigma. A este novelista se lo marginó por varios motivos. Tal vez el menos justo se deba a que su prosa poética –como Héctor Libertella-, se sitúe instintivamente en contraposición con las exigencias del mercado editorial. Sánchez no pudo gozar en vida de un merecido reconocimiento, no obstante, el destino lo ha beneficiado. Luego de su muerte acaecida en 2003, varios sellos han decidido reeditar sus obras, lo que permite redescubrir a un singular innovador de la contracultura, creador de la denominada “novela poemática”, género que nació y murió con él.
La escritora Liliana Guaragno, amiga personal y estudiosa de la obra de Néstor Sánchez, ofrece una mirada esclarecedora sobre los aspectos medulares del autor de Siberia blues. En sus pertinentes declaraciones, destaca la pasión que sentía hacia la “infinita capacidad del lenguaje”, así como las posibles causas de su exclusión del canon literario. Se trata de un valioso testimonio, sobre uno de los mayores – y más enigmáticos- novelistas argentinos.
-¿Cómo conoció a Néstor Sánchez y qué recuerdos guarda de él? -Lo conocí cuando regresó a la Argentina en 1986. Pensaba que había muerto por murmuraciones que se corrieron en el ambiente, y fue una verdadera conmoción saber que estaba vivo, me lo comunicó el escritor Luis Thonis quien me dio el número de teléfono, y así acordamos un encuentro para una entrevista que salió en La Actualidad en el Arte unos meses después. Mario Mucciardi, se ocupó del grabador y de las fotografías. La entrevista fue buena, y fiel a sus palabras.
Él mismo lo reconoció. De ahí se dio una amistad, venía a visitarnos, yo hacía empanadas, o preparaba alguna comida, y charlábamos los tres, Mario, él y yo. Hablamos muchísimo de los Beat, de James Joyce, Samuel Beckett, de Castaneda y Gurdjieff, de sus diferencias con Cortázar, del clima de época del ’60, de Macedonio Fernández, de T. S. Eliot, de Cesare Pavese y su alejamiento de lo dramático, de “el pobre Sartre” como él decía, del problema del mercado. Sugería que no iba a escribir más. Dio una charla: “La disyunción ética”, en el Complejo Cultural de Bernal en el que yo coordinaba un taller literario.
También charlamos con él y otros escritores en un bar de la galería de Corrientes que da a Diagonal, frente al cine Arte de ese entonces. Fue en algún momento jurado de un certamen literario, y pensó en armar, y armó, un taller literario, pero su salud y ánimo fueron decayendo, no había respuestas para él. Sudamericana le editó, a cambio de la parte de ganancias que le debía, La condición efímera en 1988. Luego dejé de verlo por circunstancias de vida, en él la alegría se apagaba y yo tuve una serie de problemas y mucho trabajo.
A veces hablábamos por teléfono, y siempre le envié los libros míos que iban saliendo, pero terminó por darse un largo paréntesis que duró hasta unos meses antes de su muerte que ocurrió el 15 de abril del año 2003. Un mes antes, un sábado por la tarde fui a verlo con otros escritores que se venían reuniendo con él a menudo y desde hacía tiempo, como Roberto Raschella, Hugo Savino, Pablo Ingberg y Mariano Fiszman. Se trató de que sus libros se reeditaran en vida pero fue imposible.
-Con frecuencia se relaciona la obra de Néstor Sánchez con la de James Joyce. ¿Cuáles son los puntos de convergencia entre el argentino y el irlandés autor de Ulysses?, ¿qué afinidades estéticas comparten?-Tanto Joyce con el Ulises (1922) como Néstor Sánchez con Cómico de la Lengua (1973) marcan un hito insoslayable en la innovación-renovación de la novela en su tiempo y contexto, el primero en el ’20 a nivel mundial, el segundo en el ’60. Convergen ambos en la creación de lenguajes y la ruptura con las formas dominantes de la narrativa. Podríamos agregar que ambos autores, embebidos de múltiples lecturas, integran su experiencia literaria, a los distintos niveles narrativos. En la Argentina diversos factores incidieron para que Néstor Sánchez no cobrara el lugar que merece por su excelencia.
-En su última entrevista concedida en 2001, Sánchez aclaró que no podía escribir más, dado que se le había “acabado la épica de vida ”, ¿qué cree Ud. que quiso decir al respecto?-En Sánchez experiencia de vida y experiencia literaria se aúnan intensamente en el momento de escribir. Sus cuatro novelas abarcan nueve años de su vida (Nosotros Dos estaba terminada en el 64). Sánchez se va del país, viaja, migra como lo harán sus personajes. Años de una energía total dedicada a la vida y a la escritura lo van dejando en pérdida, de ahí la frase. El agotamiento lo lleva al silencio, como sucedió con escritores como Baudelaire, Rimbaud, y Mallarmé. Después de quince años, en 1988, Sánchez publica un libro de relatos: La condición efímera, ya sobre un material previo. Cuando lo entrevisté, dudaba entre ese título y Comarca de actores. En ese momento planteó también el problema de la “Disyunción ética”, debía elegir entre una entrega a las ideas que se había formado con el trabajo del grupo de Gurdjieff , y la autonomía de la literatura, esta escisión da lugar al silencio y lo aísla.
-¿Cuánto de espontaneidad e improvisación hay en sus libros?, ¿se trata de una búsqueda deliberada?-El efecto de espontaneidad se consigue con mucho trabajo. Néstor contaba que comenzaba a escribir sin ningún plan premeditado, y que a medida que escribía se iba dando cuenta de lo que podía seguir y así continuaba, cada vez con una idea más clara de adonde llegaría. Es lo que se suele llamar “work in progress”. En él es fuerte la impronta del jazz, su capacidad de improvisar un tema, continuar y volver a tomarlo modificándolo a medida que se suceden las historias, ya que no se puede hablar de una historia, porque descentra realmente la narrativa. Esto se mantiene en La condición efímera aunque en este libro trabaja, como dijimos, con material previo.
-¿Cómo explicaría la “escritura poemática” de Néstor Sánchez? ¿Cuáles son los elementos característicos de su prosa, y su estilo? ¿Cuáles fueron los aportes que introdujo en la narrativa nacional al modificar la novela de su tiempo?-Néstor Sánchez era un gran lector de poesía, amigo de Egard Bayley, Francisco Madariaga, Enrique Molina, que publican en Poesía de Buenos Aires a Juanele, Macedonio Fernández, James Joyce, René Char, Rimbaud, Dylan Thomas, tan importantes para Néstor, a quien “la poesía no se le daba”, según sus palabras. Pero porque leía sobre todo poesía, su escritura toma las libertades de la poesía moderna en el tratamiento narrativo. El silencio, el fraseo, el uso de espacios, de cortes o distribución del texto en el blanco de la hoja son notorios. Él tenía plena conciencia de que estaba jugándose por una forma nueva de novela de modo radical, a la que llamará “Novela poemática”. La de Sánchez, una escritura de ‘fluencias’ no sólo por los movimientos y viajes constantes de las ‘personas’ y sus historias que conectan al irradiarse puntos de Buenos Aires, de Latinoamérica, Europa, o por las numerosas citas, alusiones y parodias literarias, sino que, en una continuidad de lo discontinuo, integra el relato, las escenas (teatrales, cinematográficas, fotográficas), con el ritmo, las pausas y los silencios La fluencia verbal va en pos de ‘lo que va siendo’, superpone los tiempos con las marcas del ‘narrante’, o “recordante” escribiendo sin plan previo, o reescribiendo, o criticando y describiendo lo paratextual como en el caso de Cómico de la Lengua (donde reremingtonea’ las “Novecientas cuarenta y dos páginas” ‘remingtoneadas’ por Roque Barcia).
-¿Fue la exploración lingüística, el motivo fundamental de su escritura? Según su criterio, ¿qué fue lo que Néstor Sánchez intentó transmitir en sus libros?-Sánchez afirmaba “la posibilidad aún infinita de asociación, deformación y maravilla del lenguaje”. Quería que la palabra nombrara con el asombro de la primera vez. Esas posibilidades no surgen de la nada sino de la integración de lecturas y posiciones frente a la literatura, a la vida, al mundo. Inciden fuerte la Beat-generation, el surrealismo con la idea de que “la vida es otra cosa” de Breton, las filosofías orientales, autores como René Daumal, René Char que buscan cierta trascendencia en la vida-literatura. Néstor crea una lengua diferente en la que lo coloquial, y lo ‘literario’ se entremezclan, en la que los neologismos, la sintaxis, los acentos rítmicos, se desprenden totalmente del lenguaje del hábito que repite las ideas de siempre. Desde ya que su escritura es “otra cosa”, transmite lo que no puede comunicarse, esa transmisión se relaciona con una búsqueda de conocimiento que ataca la pereza del pensamiento, el rechazo al “progreso” que uniformiza a los sujetos e impide la libertad y la vida a fondo, el alejamiento de “la idea de que somos trágicos”, de aquí la impronta de la “desdramatización”, el humor en la frase satírica, o irónica, en fragmentos inigualables dentro de las historias de los personajes, en los que la forma de contar lleva a la sonrisa o directamente a la risa.
-Los prestigiosos sellos Seix Barral y Gallimard han editado su obra, no obstante, ¿por qué continúa siendo en Argentina un escritor secreto, sólo apreciado por las minorías?-Adelanté al principio la idea de que diversos motivos hacen que Néstor Sánchez sea poco conocido. Es difícil tener del todo claro este aspecto, aunque podría mencionar algunos: La escritura de Sánchez no es popular aunque trate temas sencillos o populares, mantiene cierta dificultad, incita a otra forma de leer, exige experiencias de lecturas previas muy amplias, y aún de saberes distintos que a veces no poseemos, tal como sucede en el Ulises de Joyce. Sánchez se aleja de toda linealidad, de una trama clara con introducción, nudo y desenlace, no hay suspenso, descoloca los tiempos y descentra las historias, hay ironía y plantea cuestiones. Otro aspecto fue su negación a ser parte del Boom latinoamericano al que no adhería. Siendo parte de la contracultura, Sánchez se negaba a la neutralización que daba calma a las buenas conciencias de la literatura del Boom. Lo que lo ubicaba en una situación sin salida. Otro aspecto ineludible por motivos históricos en la Argentina fue la politización y la tendencia que se consagra, la del compromiso político, con su programa, que Sánchez desacata. Él mismo se excluye, se aleja del existencialismo sartriano, y de consignas políticas. Como Onetti está por la autonomía de la literatura. Por otro lado Sánchez no soporta lo que él llama “la chatura de la cultura”, una especie de repetición de jingles con que la gente se da sentido y no hay búsqueda ni pensamiento, aunque sí mucha muerte.Sánchez no es un escritor de mayorías, tampoco Joyce, ni Beckett lo son, ni Alberto Vanasco, ni Antonio di Benedetto, etcétera, sobre todo en este momento que vivimos, en el que se estimula una literatura sin dificultad, sin pasión incluso. Según considero predomina cierta desventura que tiende a evitar conflictos reales como la muerte, por ejemplo. Hugo Mujica, en un reportaje que le hace Fabiana Fondevilla en la revista Viva, dice “En los últimos 50 años destapamos el sexo como tabú, y agarramos el paño que cubría el sexo y se lo pusimos a la muerte. Empezamos a no hablar de la muerte, a no morirnos”. La muerte está muy presente en Sánchez, como está muy presente el “estar siendo”, el “estar viviendo”. Sánchez fue, y sigue siendo un desafío. Pero también habría que decir que hay más lectores de su obra a partir de la reedición de sus libros, más gente lo lee y disfruta, muchos jóvenes muy interesados, como sería tu caso, escriben notas o artículos sobre él, su escritura en general o sobre algún aspecto en particular.
-¿Qué papel juega el ritmo y la musicalidad de las palabras en sus novelas? Su posición rupturista ante la escritura de molde convencional, es bien conocida. Es indudable la intensa elaboración rítmica a la que sometía sus textos. -En efecto Néstor llegó a decir que por humildad no se atrevía a pedir que primero se leyeran sus novelas para saber de qué se trataban, y luego se leyeran para seguir el ritmo. Estaba muy interesado, porque es importante el ritmo en su lenguaje, tiene que ver con lo poético, y también con la música, con el jazz del que era un cultor, y con el tango, del que fue bailarín. Agreguemos que los ritmos tienen sentido, el ritmo transmite como la música; los tonos, timbres y acentos atraviesan lo sensible corporal, la respiración, el cuerpo entero y su memoria. Toma las capas más profundas del sujeto ligadas a la percepción y al sentimiento.
-Aunque jamás se haya adherido por completo a ningún movimiento, ¿qué fue lo que lo sedujo del surrealismo y de la generación “Beat” y cómo florecieron en su escritura?-No sé si la palabra es “seducir”, sí que hay lectura fuerte de autores de ambos movimientos, y coincidencia con el inconformismo extremo, con el desacuerdo ideológico-político de la época, en su caso especialmente con los Beatnik, antecesores del hippismo. La conexión se da a través de la oposición a las formas de vida de Occidente, a la violencia, a los convencionalismos prepotentes y gastados, las frases o escrituras “correctas” que conllevan formas de pensamiento anquilosadas. Todo esto concuerda en Sánchez. Así libera para la irrupción de lo “no artificioso”, de un lenguaje que entra de lleno en lo coloquial y en las posibilidades inexploradas del lenguaje. Creo que lo toca y atraviesa la relación experiencia-vida de los Beat, y las asociaciones y lo onírico del surrealismo, al que parodia burlándose en Cómico de la lengua, es que el surrealismo quedó al fin como un juego experimental de automatismos. Sánchez leyó, por ejemplo, Habitaciones de Luis Aragon, leyó a Artaud, se quedó con los que se sobrepusieron a esa incursión primera, se queda con los que hicieron vida de la escritura y escritura de la vida, fundamental en Sánchez. Los Beat ‘hacían’ droga y jazz, sostenían la idea de vivir con la muerte como peligro, se oponían a la idea de progreso,-lo que nos lleva a la frase sarcástica de Sánchez “la confianza en la vida”-, piensan la vida como viaje sin rumbo fijo, la conciencia del presente, lo que está sucediendo, indagan la sensibilidad sensorial, sostienen el amor libre con su antecedente en Wilhelm Reich, se acercan a las filosofías de Oriente, fomentan la liberación del ‘yo’ superyoico, Sánchez insistía como Macedonio Fernández, a quien leyó muy bien, en la precariedad del ‘yo’. Se podrían tender numerosas relaciones. Lo fundamental es que no se puede concebir una nueva forma de ver y pensar el mundo, el yo, y los otros, si no hay la creación de un lenguaje nuevo. A esto último, no sólo por los Beat, sino por toda su experiencia de vida y múltiples lecturas, responde Sánchez de modo radical.
-¿Podría mencionar los motivos por los cuales aconsejaría la lectura de su obra?-Cada lector va haciendo un recorrido, en mi caso, recomendaría a Sánchez como se recomienda leer un clásico, pero prefiero hablar de los autores por la felicidad que me deja la lectura de sus libros, como es el caso de Sánchez que logró una verdadera revolución en género y en el lenguaje. El deseo de leer ciertos autores se transmite, eso intento. Muchas veces lo logro.

1 comentario:

  1. Cuando uno sabe que hay un nestor sanchez y al lado todo eso efimero como alan pauls, kohan, piclia.
    lamentablemente los buenos tipos no consiguen laburo y la pasan muy mal.

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